Em Terras de Cervantes

La necesidad de acercar el judeoespañol a un público de cuatrocientos millones de hispanohablantes sin provocar extrañeza ni rechazo hace aconsejable la tendencia de escribirlo con un sistema próximo a la norma hispánica. Los apartamientos de la ortografía española que no provocan desconcierto son aquellos que alguna vez han formado parte de la ortografía española histórica, que es pensable que así hubiera llegado a ser la ortografía del sefardí, si las circunstancias históricas no hubieran hecho perder a sus usuarios la familiaridad con la apariencia escrita del español general que tuvieron antes de haber quedado ajenos por siglos a la comunidad hispanófona.Si aceptamos, y no puede ser de otro modo, que el judeoespañol tiene un complejo y rico pasado, no podemos dejar de reconocer que tiene también un importante y atrayente futuro: (re)construir, a través de la recopilación de todos sus testimonios —los que los hablantes aún vivos nos pueden proporcionar de su situación actual y los que los textos guardan entre sus aljamiadas páginas— la biografía de una lengua que se engendró en Sefarad . (ver página 9 )
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